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En atención a Pandora

 Querida Pandora:

Antes que nada rogarte me disculpes por osar importunar tu descanso con la presente misiva (estructurada en mi pensamiento y remitida a tu pensamiento, claro está, puesto que es el único ardid que conozco para salvar el escollo temporo-espacial que media entre ambas). Pero créeme si te digo que he sentido la imperiosa necesidad de hacerte saber que tu aflicción por el inminente óbito de nuestra dilecta Esperanza, es la aflicción de cuantos dependemos del vivificador aliento de ésta para sobrellevar con cierta dignidad la existencia. ¡Cómo imaginar hace apenas unos años que nuestra lozana amiga enfermaría de tristeza! ¡Qué impotencia verla desfallecer por momentos y carecer de recursos con los que evitarle un trágico desenlace!

Oh, Pandora, de nuevo he de rogarte me disculpes por expresarme de forma tan enfática. Nada más lejos de mi intención que acrecentar aún más si cupe la pesadumbre en que supongo te encuentras inmersa. ¿Sabes? No sé si por el hecho de que eres mujer –la primera mujer que, según los helenos, habitó la Tierra– o porque de alguna manera algo de ti subyace en mis genes, te he admirado desde que tengo uso de razón. Te he admirado y a la par me ha maravillado el esmerado celo con que a lo largo de milenios has custodiado y mantenido a buen recaudo la inigualable Esperanza. Estimo asimismo que en absoluto has sido responsable de dar rienda suelta a la hueste de males que afligieron y afligen a la humanidad (que yo sepa,  "curiosidad" y "negligencia" nunca han sido considerados sinónimos). De tener que adjudicar a alguien la autoría de tan nefasto descuido, me decantaría por el necio de tu esposo, ya que haciendo honor a su nombre tenía la pésima costumbre de actuar antes de pensar. Pero no. Tengo meridianamente claro que de tan aborrecible menester se han encargado y continúan encargándose aquellos que, ocultos entre bambalinas, actuando siempre en beneficio de sus diabólicos intereses manejan los hilos de este colosal guiñol que lleva por nombre "Tierra".

Así funciona el mundo en la actualidad, querida Pandora. Aunque albergo la certeza de que no hay nada nuevo bajo el sol que nos alumbra. Lo cual no significa que haya resultado y resulte asumible. Al menos no para las almas nobles, que sin tomar arte ni parte en truculencia alguna han sufrido y sufren estoicamente las consecuencias y consiguientes secuelas derivadas de las injusticias. Empero, ¿para qué hacer hincapié en las tropelías llevadas a cabo por los inhumanos, si resultan aplastantemente obvias? ¿Para qué especular acerca de los malhadados tiempos que a pasos agigantados se nos avecinan, si ya empiezan a manifestarse en todo su horror? Es evidente, querida mía, que no queda otra opción que confiar en que el tiempo se encarge de colocar a cada individuo en el lugar que le corresponde. El tiempo mismo nos dará la respuesta.

En fin. Creo que ha llegado el momento de dar término a esta misiva. Pero no sin antes decirte que justo ahora, acodada en la batayola del paseo marítimo de la ciudad en que resido, observando el sempiterno avance y retroceso del oleaje pienso que nada perece realmente, y por consiguente todo retorna. De ser así, demos por hecho que nuestra amada Esperanza retornará a nuestras vidas. Sería maravilloso, ¿no crees?

Besos y abrazos, querida Pandora.

Fdo. María José Rubiera Álvarez


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