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Calígine

 ¿De qué le vale a la oscuridad
replicar... noche tras noche
la aborrecible malignidad
de su semblante deforme?
¿De qué... expresarse con procacidad
en los límenes sidéreos,
maquinar con profusión
–en tanto sufre el desvelo–
opacar la luz del Sol,
librar contienda con la claridad,
si pese a tan prosaico empeño
la claridad triunfará...?
Amanecerá de nuevo,
el matutino lucero trovará
en loor al firmamento,
haciéndose eco del verboso trovar
trovarán el melodioso jilguero,
la lene brisa, el canoro manantial...
Deconcertados los cuervos
por el sublime versar,
reprobando el estrépito
del matinal resplandor
virarán presto para otros vientos.
Enmudecidos por el aquilón,
silenciados por el cierzo
los estentóreos graznidos
ya no serán causa de desazón
para los lesos oídos.

© María José Rubiera Álvarez


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