Era época vernal
cuando, de modo fortuito,
por mera casualidad
te cruzaste en mi camino...
Me parecías encantador, jovial,
disfrutaba hablando contigo,
confiándote mis fútiles secretos;
pero ni por asomo, amor mío,
me habría podido imaginar
que a raíz de aquel encuentro
tu destino y mi destino
fluirían a la par,
y nautas impenitentes,
evitando naufragar,
bogando contracorriente
–cuanto más reprimido el Amor,
tanto más se fortalece–,
reos de la opresora pasión,
en busca de un edén inexistente,
aun a riesgo de varar
en una ignota caleta
surcaríamos el mar
de la efímera existencia.
Florecían los jacintos
cuando, inesperadamente,
te cruzaste en mi camino...
© María José Rubiera Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario