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Ausencia


En tinieblas,
como la noche en que huelgan
la Luna y las estrellas:
así se queda el amante
cuando el amado se ausenta;
se ausenta... cual rosa extirpada

del tallo que la sostiene...

Diezmada,
como azufaifa a quien falta
el agua, el aire, el sol:
así se queda el alma
de aquel que pierde el amor.
Evita pues el trance de perderme,
consiente en asumir
las virtudes que me frecuentan,
los defectos de que adolezco...
Permítete la licencia
de aceptarme tal cual soy:
imperfecta;
porque, aunque quisieras,
te sería imposible vivir
ni un momento sin mí.
Recuerda:
Así como el fuego se extingue
por falta de encendajas
que lo alimenten,
así el amor perece
sin hálito que lo aliente.

© María José Rubiera Álvarez



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