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Epístola al poeta Miguel Ángel Casas Benítez

Estimado amigo:

                            Excuso decirte cuánto me ha afectado el ánimo saber que habías emprendido un viaje a las estrellas, pues creo que de alguna manera estás al corriente no sólo de mi estado anímico sino también del de todos aquellos que en mayor o en menor medida han sido partícipes de tus vivencias.
Si bien entristecida por tu repentina e inesperada ausencia, me consuela pensar que tu alma irrompible e insoluble (ahora Luz y Sonido, armonizándose con el Universo) se halla omnipresente por doquier. Y como entidad viviente que es, vive en la tierra, en el agua, en el aire e incluso dentro del fuego.
Es por lo mismo, poeta, que cada vez que sea testigo del nacimiento de una flor, o hasta mis oídos llegue el murmullo del agua y el silbido del aire, o cuando un rayo de sol repose sobre mi rostro... Pensaré en ti.


Fdo. María José Rubiera Álvarez





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