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Impresiones matutinas

 Asisto, cual atónita espectadora,

a la eclosión de un nuevo día:

la mirada absorta, cavilosa,

sondeando los entresijos de la vida...

Observo, a través de figurado prisma,

cómo la procelosa e impía sombra

pasa el testigo a la Aurora:

la cual tiene por misión arrebolar

la violácea tez del Firmamento;

mas, en lo que perdura un chasquido,

el atributo conferido por Eos,

se enuncia literalmente "jacintino".

Justo en ese preciso momento

–aun siendo absolutamente consciente

de que el cambio de tonalidad

se debe única y exclusivamente

 a un fenómeno electromagnético–,

me es imposible evitar preguntarme

si habrá algo en el vasto Universo

que tenga carácter de eternidad,

o si, conforme a mi pensamiento,

todo, indefectiblemente todo

tiende a declinar y disolverse

en la inhóspita maraña sideral,

para acto seguido aspectarse

diametralmente dispar, diferente,

opuesto a su aspecto inicial.


© María José Rubiera Álvarez


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