En el reino de Morfeo
te busco... y me buscas,
me encuentras... y te encuentro,
y evitando repetirnos
indelebles tu alma y mi alma,
indiviso el sentimiento,
te amo... y me amas,
me tienes y te tengo;
siempre de modo distinto,
distinto en todo momento...
Es entonces que el ensueño,
trocándose ditirambo,
elogio, alabanza: loa,
versículo orquestado
por los elatos luceros,
hasta el alba se prolonga...
Es entonces que allá arriba,
en el confín de lo eterno,
tal vez en la etérea orilla
donde se gestan los sueños,
unas voces gimientes
canturrean un cántico,
un lastimero réquiem
un lastimero réquiem
por los malogrados versos
de un poeta deportado
a la región del Silencio...
Nadie da crédito al salmo,
nadie... del dolor se hace eco.
© María José Rubiera Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario