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Caos

 En el principio era el Caos, 

y Caos era confusión,

galimatías, estruendo,

hidrógeno, ázoe, helio,

licuación, sublimación,

distocia, alcrebite, fuego,

¿el sumo pronunciamiento

de una entidad superior...?

Miles de centurias después,

engreído, endiosado,

pagado de su poderío

Caos seguía creando

y destruyendo a su vez

mundos deformes, terríficos

en que nada germinaba:

nada... salvo las substancias,

que en estado embrionario

en silencio se gestaban.

Y Caos continuó siendo,

obrando a voluntad

sobre lo húmedo y lo seco

hasta lograr separar

la Tierra de los Cielos.

Fue entonces... sólo entonces

que Caos dejó de ser

– al menos así lo contemplan

ciertas crónicas de la antigüedad –.

Pero, ¿en verdad Caos dejó de ser...?

Improvisado Teseo

mi pensamiento crítico,

aferrándose al hilo

que le evitará el riesgo

de naufragar y hundirse

en las aguas del Leteo,

asegura: "Rotundamente... ¡No!,

Caos nunca ha dejado

ni dejará de ser... Nunca."


© María José Rubiera Álvarez

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