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Mientras dormías...

Desvelada por la voz del aire
que cual cristal quebradizo
porfiada se quebraba
en el nido del carrizo,
en las hojas de los árboles;
desmadejando la trama
que mi pensamiento urdía
–como si de un tapiz se tratase–
anoche, mientras dormías,
te oí hablar en sueños,
y colegí que tu psiquis discurría
por un jardín, del que te sabías dueño.
Recluida en el sigilo
sigilosa me deslicé del lecho
y de puntillas, descalza,
evitando hacer ruido
me aproximé a la ventana:
Enamorado el rocío
de una rosa de mayo
diligente la cubría
con su enmohecido manto;


la Luna se ensombrecía
al verlos amancebarse
y celestina frustrada
pretenciosa presumía
de alcahuetear a los amantes.
Sentí la imperiosa necesidad
de no dejar escaparse
el inefable instante,
de prenderlo en mis cabellos
con prendedores dorados
y mantenerlo prendido
hasta alojarme en tus brazos,
y... justo en ese momento
me sorprendí deseando tus labios.
De no vagar confundido
por áridos universos
te habría sugerido... ¡Ya sabes!

© María José Rubiera Álvarez

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