Buscar este blog

Romance de otoño

Ahí fuera, en el exterior,
esa hora vespertina, 
         en la que ignívomo el sol,
librando liza con la nube peregrina,
registra su inminente defunción
en la efemérides de un otoño
que sintiéndose con alma de artista
en el lienzo de la naturaleza
de oricalco va pintando
la escena de una época
que tildándose añeja
rehúye la modernidad:
un atávico sendero,
ribeteado de ocrosas hojas,

una baranda de hierro
que facilita el acceso
al exiguo riachuelo
que va camino del mar;

la fuente de cuatro caños
–¿ otorgadora de deseos... quizás?–,

el arcaico lavadero,
en el que las lugareñas
acostumbraban lavar:
estampas de un pasado
que se nos hace lejano.
Aquí... la solidez de este hogar
que nos habla de vivencias
salobres... en ocasiones,
por momentos virulentas,
las más de las veces, almibaradas,
y siempre necesarias
para reafirmar la personalidad.
Aquí...
en este nido de terciopelo,
entre visillos de organdí
y góticos romanceros,


tu voz... grave, profunda,
que se me hace rapsodia
cuando hablándome quedo
me dices: "Eres preciosa";
el amor... con visos de eternidad,
sobornando al regidor del tiempo,
para que no huya jamás...

© María José Rubiera Álvarez

No hay comentarios: