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Mientras dormías...

Desvelada por la voz del aire
que cual cristal quebradizo
porfiada se quebraba
en el nido del carrizo,
en las hojas de los árboles;
desmadejando la trama
que mi pensamiento urdía
–como si de un tapiz se tratase–
anoche, mientras dormías,
te oí hablar en sueños,
y colegí que tu psiquis discurría
por un jardín, del que te sabías dueño.
Recluida en el sigilo
sigilosa me deslicé del lecho
y de puntillas, descalza,
evitando hacer ruido
me aproximé a la ventana:
Enamorado el rocío
de una rosa de mayo
diligente la cubría
con su enmohecido manto;


la Luna se ensombrecía
al verlos amancebarse
y celestina frustrada
pretenciosa presumía
de alcahuetear a los amantes.
Sentí la imperiosa necesidad
de no dejar escaparse
el inefable instante,
de prenderlo en mis cabellos
con prendedores dorados
y mantenerlo prendido
hasta alojarme en tus brazos,
y... justo en ese momento
me sorprendí deseando tus labios.
De no vagar confundido
por áridos universos
te habría sugerido... ¡Ya sabes!

© María José Rubiera Álvarez

Peldaño a peldaño

Deslumbrados por la buhonería
de la Feria de las Vanidades,
cegados por la cimbria
de vestiduras talares,
palpando silencios,
esquivando oquedades,
sorteando agujeros negros,
a tientas, sin pasamanos que avale
la fijación de los balaustres,
peldaño a peldaño vamos ascendiendo
por la escalera del tiempo;
a la zaga, royéndonos los calcaños,
los pretéritos, contabilizando
tristezas, abandonos, omisiones...
"¿Adónde nos conducirá la escalera...?",
nos preguntamos a veces;
intrigados, creyendo ver una luz
donde sólo impera la oscuridad,
elevamos la mirada hacia lo alto
y todo cuanto alcanzamos a ver
es el simulacro de un tragaluz.
Hay días en que rebosando pesimismo,
gustando de flagelarnos la mente,
el alma, el espíritu,
nos decimos que nada nos aguarda
al final de la escalera:
de aguardarnos algo o alguien,
en absoluto sería un mundo
espectacular, prodigioso... feliz;
sino un tenebroso precipicio,
en el cual yacen las horas
que desde el pétreo cantil
al vacío se arrojaron.
Nos, los que hemos de morir,
calculando los peldaños
que nos quedan por subir
seguimos ascendiendo
por la escalera del tiempo...



© María José Rubiera Álvarez